El Enfoque de Mara Selvini Palazzoli
Autora:
Patricia Patzi, Terapeuta
Con la familia sucede como con las cosas bellas, que tienen más brillo
cuando son imperfectas que cuando son acabadas. (Duque de la
Rochefoucauld, escritor).
Nacida en
Milán, Italia en 1916 en un contexto difícil debido a la Segunda Guerra
Mundial, Mara Palazzoli ingresa a una familia teñida de situaciones
conflictivas, precisamente por la época.
Un padre (Daniel Palazzoli) que se dedica al comercio, es decir a la
industria alimenticia, iniciando uno de los primeros supermercados en Milán lo
cual siempre mantuvo un clima tenso en su familia debido al trabajo extenuante,
motivo por el cual también se dedica a las carreras de caballos con otros
hombres de la época. Por otro lado, una
madre agotada por el trabajo en la familia que ya tenía 3 hijos antes de la
llegada de Mara (a quien no esperaba) y que por la situación dejó en el
hospital bajo el cuidado de la Enfermera Rosa, quien más adelante se convirtió,
junto con la Hermana Marie, en sus figuras de afecto. Una vez que Mara ha crecido es recogida y
llevada a la familia Palazzoli, donde es ignorada por completo por parte de su
padre y con un distante contacto con su madre, motivo por el cual mantiene
contacto con la Hermana Marie, quien la impulsa a estudiar y seguir adelante en
medio de las adversidades por las que atravesaba.
Durante
su infancia, adolescencia y hasta el momento en el que se casó (1947) con Aldo
Selvini, con quien tuvo 3 hijos (Michele, Ana y Mateo), Mara fue reconocida
como una mujer luchadora, que además no se sentía víctima de su situación
familiar sino más bien se proyectaba al futuro ayudando a las personas, motivo
por el que inicia sus estudios en Medicina (situación no reconocida por el
padre, quien a sus amistades la presentaba como su “abogada”). Sin embargo, ella seguía adelante en
concordancia con la resiliencia que la caracterizó toda su vida.[1]
Más
adelante Mara Selvini al ver la situación de las familias y de personas que
necesitan ayuda, decide cambiar la medicina general y optar por la psiquiatría
y la psicoterapia, en un inicio con enfoque psicoanalítico. Fue en ese tiempo que escuchó de un grupo de
colegas que incursionaban en la Terapia Familiar y decide acercarse a la
Escuela de Milán, la cual estaba influenciada por Jackson, Hayle, Watzlawick y Bateson, entonces
convencida de esta forma de ayudar a las familias, decide crear el Centro
para el estudio de la Familia, en el año 1967, con la cooperación de
Luigi Boscolo, Giofranco Cecchin y Giuliana Prata, equipo con el cual a través
de ensayos y errores empezaron a definir su forma de trabajo. Posteriormente
este equipo se separó debido a que Luigi Boscolo y Giofranco Cecchin siguen un
camino distinto al de Mara Selvini y sus colaboradores, siendo influenciados
notablemente por un cambio de contexto.[2]
Sin embargo, durante su tiempo de aprendizaje
conjunto iniciaron recibiendo familias con conductas psicóticas, familias con transacción
esquizofrénica, además de familias con uno de sus miembros con anorexia.
La atención se realizaba con todo el equipo, dos de
los terapeutas en coterapia atendiendo a la familia, quienes iban rotando en el
transcurso del tratamiento, esto para que no se atribuyera al terapeuta el
posible cambio en la familia, generalmente estaba equilibrado (hombre-mujer)
para mantener también el equilibrio en los miembros que estaban siendo
atendidos. Cada sesión tenía cinco
partes indispensables[3]:
1.
Pre-sesión:
Consistente en una reunión con el equipo y la revisión del caso a tratar y las
posibles respuestas que la familia podría traer a sesión.
2.
Sesión: En esta
parte todo el equipo estaba presente en la atención de la familia, dos
coterapeutas (indistintos) directamente trabajando con los miembros de la
familia, y los otros dos terapeutas detrás del espejo, observando
minuciosamente lo que ocurría en la sesión, viendo las secuencias de la
comunicación, el lenguaje verbal y no verbal, las reacciones ante las
intervenciones, etc.
3.
Discusión de la
sesión: En este punto, una vez avanzada la sesión, el equipo de coterapia salía
a reunirse con los terapeutas observadores para tener una “discusión” sobre lo
que se veía en la familia y sobre lo que se podría hacer con su proceso.
4.
Conclusión de la
sesión: Luego de la discusión y haber llegado a un acuerdo, se informa a la
familia la conclusión a la que se ha llegado y lo que ellos piensan que sería
lo mejor de hacer para mejorar su situación.
Durante esta parte también se prescriben tareas para que la familia
pueda realizar hasta la siguiente sesión, la cual generalmente tiene un mes de
distancia.
5.
Acta de la
sesión: Una vez que la familia ha dejado el Centro, se reúne nuevamente el
equipo para realizar el acta de la sesión, la cual muchas veces incluía la
transcripción exacta de las intervenciones y las respuestas de la familia. Este
documento permitía tener una visión clara de lo sucedido y de los pasos a
seguir para la siguiente sesión.
Esta forma de enfocar su trabajo tomando en cuenta
la cooperación y colaboración que transmitían a las familias, y según muestra
en su libro Paradoja y Contraparadoja (Selvini, 1988) cuando reciben a las
familias, parejas o adolescentes, no se centran en el “ser” sino en el “parecer”,
no se centran en el “por qué” de lo que le pasa a las personas que llegan al
Centro, sino más bien en los efectos de ese comportamiento en el entorno
de la familia. Para aclarar este punto,
y como se menciona en el mencionado libro, existe el ejemplo de la tristeza,
entonces, el equipo no se centra en la “persona triste” sino en la “persona que
parece triste”, y consiguientemente no se centra en el por qué esta triste esta
persona, sino más bien en los efectos que esta tristeza tiene en los demás
miembros de la familia (Selvini, 1988). Un enfoque totalmente sistémico, el
cual también fue utilizado en los casos de las familias con un miembro que
presente anorexia, en el cual no se centran en la dificultad de la alimentación
del paciente, sino más bien se centran en el aspecto sacrificante u oblativo de
la paciente designada por su familia, lo cual les ha brindado una cantidad
importante de éxitos en sus intervenciones con este grupo de adolescentes y
jóvenes.
Entonces, a las preguntas ¿Cuál es el punto
neurálgico que observa Mara Selvini en las familias? ¿Qué las hace especiales
de manera de desarrollar un síntoma en uno de sus miembros? La respuesta, que
se va desglosando y evolucionando a lo largo de su experiencia e
investigaciones, realizadas en sus obras como Paradoja y Contraparadoja, Los
juegos psicóticos en la Familia, Muchachas
anoréxicas y bulímicas, en las que se da particular importancia a las
Relaciones Interpersonales en la familia (nuclear o extensa) donde se puede
evidenciar un síntoma, y que es resultado de la homeostasis familiar debido a
un juego no develado por la no definición de la relación entre
sus miembros. Tomando en cuenta que el
“JUEGO” se da ante la Imposibilidad de tomar decisiones,
imposibilidad de declarar el liderazgo, imposibilidad de asumir verdadera
responsabilidad; imposibilidad de declarar alianzas estables y abiertas. Ya que
si en algún caso esta “imposibilidad” cambiara a un estado de posibilidad, esto
haría que el juego termine, debido a que se rompería la homeostasis,
recurriendo a la capacidad transformadora de la familia. (Selvini, 1988).
Ahora
bien, este enfoque en ayudar a las familias a través de un método que se fue
descubriendo en el transcurrir de los años y por la experiencia adquirida debido
a ensayos y errores, fue fundamentado desde un inicio en el enfoque sistémico, es
decir, desde la concepción de sistema, que según definición es un conjunto de
elementos en interacción dinámica en el que el estado de cada elemento está
determinado por el estado de cada uno de los demás que lo configuran (Botella,
L., Vilaregut, A.), además según presenta en Selvini, 1988, se acepta la idea de la teoría general de sistemas, que dice:
que existe un punto del sistema por el cual pasan las funciones esenciales, y
que si se cambia este Punto del Sistema, se producirá un cambio con el
menor gasto de energía. Además, según
menciona, cada sistema tiene una tendencia
homeostática y una capacidad de
transformación y que el inter-juego entre ambas mantiene al sistema en
equilibrio y garantiza su evolución y creatividad, lo que no sucede en las
familias con transacción esquizofrénica, por lo que hay una tendencia rígida a
repetir compulsivamente las soluciones memorizadas para mantener la homeostasis.
Otro aspecto del enfoque sistémico utilizado en este
modelo de intervención es aquel que indica que todos influyen, no hay
causalidad, lo que lleva al concepto sistémico de circularidad, que según
Botella, L. se da debido a la interconexión entre las acciones de los miembros
de un sistema, las pautas de causalidad no son nunca lineales (en el sentido
que una “causa” A provoque un “efecto” B), sino circulares en el sentido que B
refuerza retroactivamente la manifestación de A. Ahora bien, utilizando este concepto Mara
Selvini en su obra Paradoja y Contraparadoja, menciona que no hay un poder unidireccional en las relaciones
interpersonales, es decir, nadie tiene el poder porque el poder se encuentra en
las reglas del juego (Selvini, 1988),
mencionado anteriormente y que es parte de las familias estudiadas por el
equipo del Centro para el estudio de la Familia.
Otro aspecto que tomaron en cuenta con estas
personas, fue la identificación de que cada familia es un sistema
autocorrectivo, autogobernado por reglas que se constituyen en el tiempo a
través de ensayos y errores[4], por tanto, cada familia tiene sus reglas
peculiares autocorrectivas que se transmiten por generaciones de forma verbal
como no verbal, lo cual permite mantener dichas reglas y por tanto la
homeostasis familiar, impidiendo el cambio en cualquiera de sus miembros, ya
que cada uno tiene un papel fundamental en este juego. Si se toma en cuenta la
Teoría de la Comunicación Humana de Watzlawick[5],
en la que sus principales conceptos son: es
imposible no comunicar ya que en cada sistema cualquier comportamiento
(incluso el no hacer nada ni decir nada) es un mensaje para el resto del
sistema; en toda comunicación cabe
distinguir entre los aspectos de contenido (digital) y relacional (analógico)
lo cual se refiere a que se transmite semánticamente por un lado (digital), y
la relación entre quienes son parte del mensaje (analógica); Toda relación es simétrica o complementaria
según se base en la igualdad (simétrica) o de diferencias (complementaria). Analizando estos conceptos con relación al
juego de las familias, aplican debido a que desde hacer todo o no hacer nada
dentro de una familia puede ser la forma peculiar de comunicarse entre los
miembros del sistema y del juego en sí, al igual que parte de esta comunicación
sean solo miradas, ausencias, silencios, que pueden ser características
comunicacionales de los pacientes designados y que son los que piden un cambio,
pero que no se les permite cambiar, por lo tanto la relación entre los miembros
del sistema se va deteriorando con respecto al síntoma. Finalmente, sobre la
simetría y la complementariedad, en una familia donde existe un síntoma generalmente
se vive en una relación simétrica y además inflexible, motivo por el cual se
desarrollan tensiones que desembocan en síntomas. En una familia en la que estos aspectos son
flexibles, es decir que en ciertas situaciones existe simetría y otras
situaciones se recurren a la complementariedad, no produce tensión ya que la
relación entre los miembros está definida, lo cual no permite el desarrollo de
un juego dañino.
Fue durante este aprendizaje y experiencia que
asimilaron que cada familia tiene la potencia para sostener y mantener las
reglas que han creado a través del tiempo y también a través de los ensayos y
errores lo cual les ha llevado a memorizar
las soluciones que posteriormente son utilizadas independientemente del caso,
del tiempo transcurrido desde que se fijó esa solución, de la persona a la que
afecte en particular entre otras situaciones.
Entonces aquello que mantiene la homeostasis es fundamentalmente la
utilización rígida de estas soluciones memorizadas (Selvini, 1988).
Adicionalmente a estas reglas memorizadas, se
identificó que entre todos los miembros de la familia, se daba lugar a un juego
que producía un síntoma en alguno de sus miembros, el cual se iba agravando a
medida que los papeles de cada uno, al igual que en una obra, se mantuvieran
rígidos, no dando la posibilidad a un cambio, ya que para estas familias el
cambio es una amenaza que afecta la homeostasis de la familia y por tanto todos
los miembros refuerzan el juego para que nadie quiera cambiar.
Entonces identificado este punto, el equipo comenzó
a utilizar varios recursos a los que fueron denominando a medida que les iba
resultando exitoso en sus intervenciones. Es así que las principales
intervenciones[6] se refieren a:
a)
Prescripción
paradójica: Esta técnica surgió luego de la reflexión sobre los síntomas en los
pacientes designados y los resultados al quitar la espontaneidad a sus
síntomas, es decir, que ahora se indica al paciente que haga que su síntoma se
desarrolle de forma “espontánea” en una determinada hora. El resultado de esta prescripción, algunas
veces en la primera sesión les ha dado resultados sorprendentes. Ahora bien, se debe tener el cuidado de
connotar positivamente el síntoma en sentido sistémico, poniéndose de parte de
la tendencia homeostática (Prescripción en la primera sesión, Selvini, 1988).
Es importante que no se comunique la posibilidad de cambio, por ello los
terapeutas se ponen de parte de la homeostasis, ya que el cambio es una amenaza
para estas familias. Esto no significa que al ponerse de parte de la
homeostasis se tenga que mantener, al contrario, cuando el sistema familiar
permite el ingreso de los terapeutas en su sistema, es posible introducir
prescripciones que estén dirigidas a separar a la familia de la familia
extensa, o para que se cambie una regla de forma paradójica, pero una vez que
se logra la confianza de la familia y de que no se les pida el cambio
directamente.
b)
Connotación
positiva: Esta técnica refiere una posición auténtica y positiva hacia el
síntoma y a los miembros de la familia (todos en el mismo plano), connotando
que lo hacen por mantener la unión familiar, es decir el sistema es valorable.
Y como menciona en Selvini, 1988:
Concluimos,
por lo tanto, que el acceso al modelo sistémico nos resultaba posible sólo si
connotábamos positivamente tanto el síntoma del paciente designado como los
comportamientos sintomáticos de los otros miembros diciendo, por ejemplo, que
todos los comportamientos observables aparecen inspirados por el común deseo de
mantener la unión y la cohesión del grupo familiar.
Esta acción permite a
los terapeutas ingresar en el sistema donde pueden definir claramente la
relación de los miembros de la familia entre sí como complementaria y de los
terapeutas hacia la familia, que también es complementaria. De esta forma se define la relación, lo cual para estas familias no está permitido
porque deja de funcionar el juego.
c)
Rituales
familiares: Se tratan de rituales elegidos para cada familia que surgen luego
de una reflexión en el equipo terapéutico, lo fundamental es buscar el cambio
de las reglas del juego y así la epistemología familiar, pero sin recurrir a
explicaciones ni a la crítica. Por ello cada familia tenía un ritual diferente
y propio de la problemática de la familia asistente al Centro.
d)
Prescripción
invariable: Se utiliza para la jerarquización de los subsistemas, se ha
aplicado generalmente cuando el paciente designado es el hijo o hija, y es efectivo
en las familias donde no existe una diferencia entre el subsistema de padres y
el subsistema de hijos, por lo que el separar y prescribir el secreto y la
separación por parte de los padres, organiza el sistema nuevamente, ya que cada
subsistema empieza a tener tareas propias de su grupo sin inmiscuirse en el
otro sistema que no les corresponde, obviamente respetando las jerarquías
familiares.
e)
Recuperación del
miembro ausente: Como se menciona anteriormente, las sesiones tenían cinco
partes: pre-sesión, sesión, discusión del equipo, conclusión de la sesión y
acta de la sesión, sin embargo, cuando debido a diferentes situaciones existe
un miembro que deja de asistir, entonces se agrega una sexta parte: la
conclusión de la sesión en casa de la familia, cuando todos los miembros puedan
estar presentes. Entonces se les
entregaba un sobre cerrado (a un miembro elegido cautelosamente como custodio)
para que cuando toda la familia esté presente pueda ser leído en voz alta,
entonces como indica en su obra Paradoja y Contraparadoja, el miembro ausente
se “hace presente”.
Técnicas que han sido comprobadas sucesivamente en
las familias que acudían al Centro de Estudio de la Familia, y que finalmente
fueron la forma en la que Mara Selvini solucionaba las preguntas iniciales,
luego de ver que las conductas sintomáticas no son sino parte de las relaciones
peculiares del sistema, no queda otra alternativa que para poder influir sobre
los síntomas en el sentido del cambio se debe
intentar cambiar la regla, ya que
si se cambia una sola, el comportamiento patológico desaparece (Selvini,
1988).
Sin embargo, cuando se atisba el más mínimo
movimiento de cambio, éste puede ser percibido como una amenaza para el
sistema, por lo que los otros miembros tienden a reforzar el juego para
mantener la homeostasis, y es ahí donde la habilidad de los terapeutas y el
equipo reflexionaba para no criticar el sistema, sino más bien connotarlo
positivamente (al sistema, no a las personas) para que puedan ser parte de ese
sistema y así empezar a definir la relación de sus miembros.
Finalmente y como reflexión personal, el conocer la
vida de Mara Selvini y todas las situaciones por las que atravesó desde niña,
siendo rechazada, en un contexto de muerte y separación, en ambientes que por
ese momento beneficiaban a los hombres más que a las mujeres, y aun así
estudiar una carrera catalogada para los hombres como es la Medicina, muestra
la fortaleza de esta mujer resiliente, que además de su infancia, su
adolescencia ha podido luchar en su vida sin odio y sin venganza, como indica
su hijo Mateo en el artículo sobre la Emblemática historia de resiliencia que
publicó en honor a su madre. Siendo
además él quien continuaría con el trabajo de su madre junto a otros
profesionales formados por la maestra.
Otro aspecto loable sobre su interés por los demás,
basado en el conocimiento del sufrimiento de las familias, que al igual que la
suya pasan por dolores ocultos, y que en los casos donde se presentan síntomas
no develan el juego inflexible por el que pasan de generación en
generación. Al realizar esta revisión
sobre el enfoque de mara Selvini, no pude evitar pensar en nuestro contexto
nacional, particularmente el occidental, donde a diario se ven aglomeraciones
de familias, donde todas las generaciones viven en un mismo lugar (aunque
separadas por un nivel) pero que son altamente recurrentes en sus mitos y
costumbres, familias que tienen como un “valor” mantener a la familia unida, pero que de alguna manera significa
el rompimiento de límites, lo que fácilmente podría terminar en conflictos por
agresión, violencia física, psicológica, el mantenimiento de mitos a costa de
mantener felices a los más antiguos, que son probablemente quienes instauraron
el juego.
Es así, como en su obra, Paradoja y Contraparadoja,
Mara Selvini menciona que se necesitan tres generaciones para crear un
psicótico, y pues al pensar en el contexto boliviano, no es muy difícil
imaginarse que la primera generación ha podido instaurar el juego, la segunda
generación que busca el reconocimiento y legitimación de sus padres y por ello
mantienen el juego, aunque muchas veces los hacen infelices, y muchas veces por
la situación económica deben permanecer en casa de los padres aunque ya estén
casados. Posteriormente, y como se
acepta el juego y se forma parte de él, son los nietos quienes tienen
dificultades en sus relaciones interpersonales, problemas emocionales con
respecto a ellos mismos y a sus familias y un sinfín de síntomas que a diario
se escuchan en las noticias.
Profesionalmente, la organización de su equipo, la
determinación de Mara Selvini para conformar un Centro para el Estudio de la
Familia, en el cual se recibe el desconcierto de las familias sobre los
síntomas de sus pacientes designados, digo desconcierto
debido a que en las familias que asistían, aparentemente no entendían el motivo
por el cual alguien del sistema quiera cambiar, y lo mismo sucede muchas veces
en nuestro contexto, pacientes que quieren cambiar una situación dolorosa,
insoportable, complicada pero sin cambiar nada.
Otro tipo de organización interesante en este enfoque es el de las
sesiones, la utilización de una mayor cantidad de recurso humano para la
atención de una familia, lo cual permite mayor observación y posiblemente que
las intervenciones sean más rápidas que si se realizaran de manera individual,
además que esto también permitía la realización de investigaciones sobre los
comportamientos familiares, para las cuales realizaron una serie de técnicas
que a través del ensayo y error descubrieron su eficacia y las situaciones en
las que se debería utilizar, así como en qué casos no se debería hacer, como se
menciona en su obra Muchachas anoréxicas y bulímicas, donde indica que la
prescripción invariable es eficaz en el caso donde no hay límites entre los
subsistemas y se mezclan y controlan, pero que sin embargo, si en el sistema no
hay límites pero existen conductas rechazantes, el dar la prescripción
invariable podría parecer como una alianza entre los que tienen el “poder” y
los terapeutas en contra el paciente designado, es decir se podría observar
como una coalición hacia el que sufre. Por tanto, se debe contextualizar cada
técnica para que pueda ser útil a la familia y en su contexto local y nacional.
[1]
Selvini, Mateo. Una emblemática historia de resiliencia: Mara Selvini Palazzoli
[2]
Asociación de terapeutas familiares de la Región de Murcia, 2015
[3]
Paradoja y Contraparadoja, (Selvini, 1988)
[4]
Selvini, Mara. Paradoja y contraparadoja, 1988
[5] La
perspectiva sistémica en terapia familiar: Conceptos básicos, investigación y
evolución Luis Botella y Anna Vilaregut
[6]
Selvini, Mara. Paradoja y Contraparadoja, 1988
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