EL FRACASO EN EL PROCESO
TERAPUÉTICO
Por: Oscar
Terán Clavel
El sabio Lao Tzu comenta la
jornada del Guerrero: “El camino incluye el respeto por todo lo que es pequeño
y sutil. Conoce siempre el momento de tomar las actitudes necesarias.”. “Aunque
ya hayas tirado diversas veces con el arco, continúa prestando atención a la
manera cómo colocas la flecha y cómo tensas la cuerda” “Acumular amor significa
suerte, acumular odio significa calamidad. Quien no reconoce los problemas,
termina dejando la puerta abierta, y las tragedias surgen”. “El combate nada
tiene que ver con la pelea” (el Manual del Guerrero de la Luz de Paolo
Coelho)
Al formarnos como
terapeutas y empezar hacer terapia uno de los temores con el que todo terapeuta
se enfrenta es el de hacerlo bien, el de que todo el sustento teórico con el
que se cuenta sirva a la hora de hacer terapia y resolver los dilemas y
problemas con los que llega el cliente o paciente. Son muchos los autores y
psicoterapeutas que han escrito sobre ello, por ejemplo Viktor Frankl con su
Sentido de Vida, nos muestra precisamente que “ninguna situación se repite y
cada una exige una respuesta distinta; unas veces la situación en que un hombre
se encuentra puede exigirle que emprenda algún tipo de acción; otras, puede
resultar más ventajoso aprovecharla para meditar y sacar las consecuencias pertinentes.
Y, a veces, lo que se exige al hombre puede ser simplemente aceptar su destino y
cargar con su cruz. Cada situación se diferencia por su unicidad y en todo
momento no hay más que una única respuesta correcta al problema que la
situación plantea”.
Esta preocupación
legítima de fracasar en lo que se hace, este miedo a fallar y fallarse hace que
muchos nos pongamos a la defensiva ya sea profesional o existencialmente. No
nos admitimos como que podemos fallar, aunque fallar es tan humano como amar,
es parte de nuestro forma humana, de nuestra existencia plena y estamos donde
estamos y somos lo que somos, no por nuestros éxitos y aciertos, sino por
nuestros fracasos y errores. Como decía Osho: “una señal de que estamos
viviendo es que estamos fracasando y fallando, porque solo lo muerto es
perfecto”
También Jay Haley
aborda este problema del fracaso en la
terapia en su escrito “el arte de fracasar en la Terapia”. Para entender por
qué Haley lo llama”arte” es preciso introducirnos brevemente en su
planteamiento teórico de su terapia.
Haley fue el creador de Modelo
Estratégico, en ella plantea en que el terapeuta realiza una planificación
de la forma como intervendrá el problema que se le presenta, o en otras
palabras para la queja que trae el cliente. Recordemos que los fundamentos
básicos que influenciaron gran parte de su teoría están basadas principalmente
en tres elementos, a mi parecer: 1.- Los
aportes valiosísimos de la teoría de Bateson y Weakland sobre una concepción de
la Comunicación, y el doble vínculo 2.-
Un enfoque general de lo que constituye la
terapia Ericksoniana y 3.- Un acercamiento a la terapia familiar
orientado por la ideas de Salvador Minuchin y Braulio Moltalvo.
Haley en esta su teoría plantea a grandes rasgos, que al ser la
familia una organización social, en ellas misma se establecen jerarquías y
reglas sobre quienes ostentan el poder y estatus y quienes son figuras
secundarias o de poca influencia, por tanto, la conducta sintomática que
presente la familia o uno de sus
miembros, no es más que un producto de los niveles conflictivos del modo de
comunicarse y relacionarse, por una organización que funciona de manera
inadecuada, dando como resultado un “problema” que perturba el normal
desarrollo y avance de los ciclos vitales de las familias y su miembros.
Por tanto, Haley a
través de su terapia estratégica plantea precisamente identificar estos
problemas, pero que sean problemas solubles, y una vez identificados, junto con
el paciente o la familia, encausar la terapia a fijar metas y una vez que se
tenga esas metas bien claras, el terapeuta debe diseñar intervenciones para
alcanzar dichas metas, en una constante revisión de la retroalimentación que
recibe para ir modificando o corrigiendo las estrategias de intervención, ir
evaluando constantemente los resultados de la terapia, donde el terapeuta tiene
un papel activo.
El papel del terapeuta
debe ser precisamente el de establecer una estrategia coherente y
sistemática para resolver el problema
que se le presenta, con objetivos muy claros y específicos. Coadyuvar junto con
los pacientes a superar la crisis por la que están en terapia sin tratar de
modificar ni la psicodinámica ni la estructura familiar, esto mediante la
elaboración e implementación de estrategias diseñadas para cada uno de los
problemas que se presentan. Y todo esto debe estar diseñado según la situación
y contexto social de cada familia o cliente.
Haley al mismo tiempo
postula que para que una terapia sea exitosa, está debe solucionar la queja o
problema por la que el cliente demanda terapia, por lo tanto lo más importante
y fundamental para Haley es definir el problema y saber cómo resolverlo, para
lo cual desarrolló a partir de la
cibernética de segundo orden formas de intervenir para resolver el problema desde
el primer contacto (primera sesión) con el cliente ya sea sólo o en familia,
pasando por el planteamiento del problema, la etapa de interacción, la etapa de
fijación de metas, las estrategias de intervención (Directivas), hasta cuando
se da por concluido la resolución del problema, en todo momento de la terapia,
aunque parece que el control está en manos del cliente, está en manos de las
estrategias del terapeuta y sus intervenciones activas o directivas.
Habiendo desarrollado
una breve introducción a los fundamentos básicos de la teoría de la terapia de Haley y como el terapeuta debe ser activo y
conducir la terapia en todo momento para llegar a una terapia exitosa para el
cliente, Haley planteaba, que no existe todavía dentro el contexto de la
terapia, una teoría que se ocupe del
fracaso, una teoría que explique o detalle por qué se llega a fracasar la
terapia. Son muchos psicoterapeutas que tienen temor a fracasar al llevar a cabo una terapia, de fracasar ellos como
psicoterapeutas.
Haley se pregunta ¿Qué
tiene que hacer el terapeuta para fracasar?, ¿Qué tiene que hacer o dejar de
hacer para que la terapia fracase? y ¿cómo dar sustento teórico que le ayude a fracasar?, es decir, si
tuviéramos que hacer una teoría que le ayude a un terapeuta a fracasar, que
incluiríamos en ella, que pasos se deberán seguir para llegar a la meta y
objetivo de fracasar sistemáticamente, tal como logramos el éxito en la
terapia.
Y en este momento
plantearíamos la pregunta ¿Cómo puede fracasar un terapeuta?
Haley se plantea la
pregunta ¿qué procedimientos debemos
crear para evitar que el paciente mejore?,
ya sean los que van a terapia como los que mejoran espontáneamente (esto debido
a que estadísticamente se sabe que un número grande de personas que padecen un
síntoma o atraviesan por un problema, mejoran espontáneamente antes de ir a
terapia solo con haber hecho la cita o solicitado ayuda terapéutica). Y que
para llegar a estos resultados no es sin hacer nada, por eso es que al hacer
una teoría del fracaso del terapeuta, con ello queremos que un terapeuta sea un
verdadero fracaso, que se entrene para fracasar, que aprenda a fracasar.
Haley afirma, que un
terapeuta tendrá éxito con la mitad de sus pacientes casi sin intervenirlos.
Acá podemos hacer referencia a los datos que proporciono el profesor Rodrigo
Madrones sobre la efectividad de la terapia, (datos obtenidos de los factores
de cambio en psicoterapia, Michael Lambert 1992), que el 40% del cambio se debe
a factores extraterapeuticos, son factores del cliente como ser el contexto
familiar, el contexto social, recursos personales, resiliencia, trabajo con la
familia y redes. 15% de cambio es por el efecto placebo, es decir, la esperanza
en el proceso terapéutico, expectativas de cambio, trabajar con las
expectativas. 15% del cambio es debido al empleo de las técnicas psicoterapéuticas
con las que cuenta el terapeuta. Y finalmente 30% del cambio está en la
relación terapeuta-cliente, a saber, la empatía, aceptación incondicional, la
relación como una experiencia social y la sesión como un acto reparatorio.
Haley quiere saber
cómo hacer que un terapeuta fracase, a pesar que ya tiene casi un 50% de éxito
asegurado, que se requeriría para que fracase y para ello da una receta, una
serie de procedimientos y si estos procedimientos se hacen, aunque sea por terapeutas
sin experiencia se asegura el fracaso. Son varios pasos que se menciona que a
continuación se los nombra de manera resumida sin orden ni importancia.
Hacer del problema que
trae el cliente a la terapia un mero síntoma y restarle importancia. No tratar
directamente ese problema, ofreciendo explicaciones. Coadyuvar a que se genere
temor en el cliente, a que crea que si se sana de este problema otro aparecerá
al estilo leyes de Morphy, “si algo tiene que pasar, pasara”.
Otro aspecto para
fracasar es confundir el diagnostico con la terapia, ser muy científico en la
terapia, utilizar un lenguaje muy refinado o de diagnóstico clínico. También el
apoyarse en un solo método de tratamiento y tratar que el problema y el cliente
encajen en ese método y a los que no encajen en este método considerarlos
intratables y dejarlos libres a su suerte. Además si se quiere fracasar ha de
poseerse una teoría del cambio, directrices que digan cómo cambiar y que debe
hacer el cliente para cambiar, sin tomar en cuenta que el cambio es algo
espontaneo. Hasta se les puede enseñar cómo elaborar la transferencia.
Algo que también ayuda
a fracasar es que hagan creer al cliente que solo después de una larga terapia
se asegura el cambio y que si mejoran podrían recaer o entrar en crisis
psicóticas o concentrarse mucho en el pasado del cliente o generar culpa para
que se quede estancado en la terapia para resolver esa culpa. Otra es la de
ignorar el mundo real del cliente y solo darle importancia a la vida en su
infancia, a su dinámica interna, a sus fantasías, consiguiendo con esto que no
trate de cambiar su mundo. También el evitar a cierto tipo de personas nos
lleva ya al fracaso, pobres, esquizofrénicos, drogadictos, encarcelados.
El negarse a definir
objetivos terapéuticos o plantearlo de una manera tan ambigua o esotérica para
que nadie se fije en ellos o solo el terapeuta sepa de qué se tratan. También
rehuir la evaluación del avance de la terapia y así no medir eficacia y resultados
para que nadie cuestione procedimientos y resultados.
Y finalmente menciona
los cinco consejos que ayudan a un fracaso dinámico: sea pasivo, sea inactivo,
sea reflexivo, sea silencioso, sea precavido.
Adentrándome más en
otros autores también pude recabar otros aspectos que ayudan a que un terapeuta
pueda fracasar, tales como: hacer de la entrevista una especie de
interrogatorio, si bien el objetivo de la entrevista es obtener información, es
necesario tener un plan de actuación, dirigidos a un objetivo y estos a una
meta, que exista involucramiento terapeuta-cliente, generar clima de confianza.
También realizar y hacer juicios críticos, lo que evita una aceptación
incondicional, a no aceptar a trabajar con los valores del cliente. Una muy
común es aceptarse toda la responsabilidad del trabajo terapéutico, y que el
cliente este de manos cruzadas escuchando al experto, el terapeuta es solo un
facilitador en un proceso cuyas metas y objetivos son plena responsabilidad del
cliente. Esto genera otro error es el de poner objetivos no planteados por el
cliente.
Otro error en el que
caemos y nos lleva al fracaso de la terapia es el dar consejos y esto plantea
muchos problemas, porque nos pone en superioridad, nosotros no sabemos que es
mejor para el cliente y otro es que seguramente el cliente ya escucho esos
consejos y no le sirvieron. También el ofrecer falsas seguridades, que el
problema se resolverá pronto o que no es para tanto. Dar respuestas desde la
persona y no desde el rol de terapeuta que se está ejecutando en ese instante
de la terapia. Realizar preguntas inapropiadas o irrelevantes, que no vengan al
momento o por la ansiedad de adelantarse.
Si bien se ha dicho
que debemos tranquilar al cliente, comprenderlo y consolarlo, muchas veces
estas acciones llega demasiado tarde y el paciente se siente confundido y esto
en vez se abrir la puerta de la confianza genera obstáculos, saber expresar los
sentimientos en su debido momento y en su correcta medida y expresión es clave.
Pero tampoco se trata de hacer autorrevelaciones inapropiadas de nuestra vida
privada con el propósito de conseguir simpatía. Ni se trata de pasar por alto
emociones que pueda estar manifestando el cliente. Que puede llevar al
estancamiento del proceso terapéutico.
Es bien típico que cuando
aprendemos algo, una nueva teoría, una nueva técnica, la queramos poner en
práctica y muchas veces llenamos de datos e información innecesaria al cliente,
explicarles profundamente teorías y técnicas que usamos, lo que provocará es confundir
y ofuscar al cliente. Y es muy común dejar pasar comentarios negativos de la
terapia, hacernos oídos sordos de algo que no les gusto de nuestra
intervención, es algo que vemos constantemente “la sordera psicológica”. Y algo
importante es no perder el foco, la dirección que tiene que llevar la terapia
hacia unos objetivos y metas.
Para finalizar me
gustaría apoderarme de una frase que Paul Watzlawick de su libro "El arte de amargarse la vida", como una persona va construyendo una vida
desdichada contribuyendo a nuestra propia infelicidad. Asegura que “la profecía de un suceso, lleva al suceso de la profecía”. O como
dicen las leyes de Administración de
Empresas de Morphy, “si todo va bien, no te preocupes algo ya fallará” o como
suelen decir algunos maestros “si quieres poseer una cualidad, actúa como si ya
la tuvieras”. Con respecto al proceso terapéutico, nuestro temores adelantados,
nuestros miedos al fracaso ya nos están preparando para fracasar, muchas veces
sin haber empezado la terapia.
Como decía Watzlawick,
“el ser humano se busca sus propios males, al despertar en un día nublado, gris
y frio se asume que el día será triste, amargo y sin nada nuevo, cuando esto
puede ser al contrario, puede ser entonces que se encuentre uno de los días más
maravillosos de nuestras vidas; no se trata de predisposición, del día o del
clima, se trata del ánimo de despertar cada día con actitud de triunfo. ( Watzlawick
.1983).
En palabras de Anthony
Robbins “el éxito es el resultado de las decisiones acertadas, las decisiones
acertadas son el resultado de la experiencia y la experiencia suele ser el
resultado de las decisiones equivocadas”. Es cierto que cometeremos muchos
errores, muchas metidas de pata al hacer terapia, es parte de la terapia, pero
existe procedimientos que realizamos que no van a llevar directo al fracaso,
procedimientos y acciones que son necesarias conocerlas y tomarlas en cuenta y
que si no las evitamos o minimizamos nos encaminamos a fracasar como dice
Haley.
Precisamente el
propósito de Haley al plantear este problema es que nos demos cuenta que fácil
es llevar la terapia al fracaso, casi no tenemos que hacer nada o muchas veces
querer hacer todo. No solo nos abre los ojos con respecto a la terapia
Sistémica, sino a todo nuestro vivir, nuestro existir, a todo aquello en lo que
nos relacionamos y nos involucramos con otro ser, un amigo, un pariente, el ser
que amamos, un cliente o simplemente en nuestro mundo laboral.
Bibliografía
·
Frankl,
Viktor. “El Hombre en Busca de Sentido” Barcelona 1991, Editorial Herder
·
Watzlawick.
Pau. "El arte de amargarse la vida". Barcelona, Herder, 1989.
·
Haley,
Jay. “Tácticas del poder de Jesucristo y otros ensayos” (1969).
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