miércoles, 15 de marzo de 2017

El fracaso en el proceso terapéutico


EL FRACASO EN EL PROCESO TERAPUÉTICO
Por: Oscar  Terán Clavel
El sabio Lao Tzu comenta la jornada del Guerrero: “El camino incluye el respeto por todo lo que es pequeño y sutil. Conoce siempre el momento de tomar las actitudes necesarias.”. “Aunque ya hayas tirado diversas veces con el arco, continúa prestando atención a la manera cómo colocas la flecha y cómo tensas la cuerda” “Acumular amor significa suerte, acumular odio significa calamidad. Quien no reconoce los problemas, termina dejando la puerta abierta, y las tragedias surgen”. “El combate nada tiene que ver con la pelea”    (el Manual del Guerrero de la Luz de Paolo Coelho)
Al formarnos como terapeutas y empezar hacer terapia uno de los temores con el que todo terapeuta se enfrenta es el de hacerlo bien, el de que todo el sustento teórico con el que se cuenta sirva a la hora de hacer terapia y resolver los dilemas y problemas con los que llega el cliente o paciente. Son muchos los autores y psicoterapeutas que han escrito sobre ello, por ejemplo Viktor Frankl con su Sentido de Vida, nos muestra precisamente que “ninguna situación se repite y cada una exige una respuesta distinta; unas veces la situación en que un hombre se encuentra puede exigirle que emprenda algún tipo de acción; otras, puede resultar más ventajoso aprovecharla para meditar y sacar las consecuencias pertinentes. Y, a veces, lo que se exige al hombre puede ser simplemente aceptar su destino y cargar con su cruz. Cada situación se diferencia por su unicidad y en todo momento no hay más que una única respuesta correcta al problema que la situación plantea”.
Esta preocupación legítima de fracasar en lo que se hace, este miedo a fallar y fallarse hace que muchos nos pongamos a la defensiva ya sea profesional o existencialmente. No nos admitimos como que podemos fallar, aunque fallar es tan humano como amar, es parte de nuestro forma humana, de nuestra existencia plena y estamos donde estamos y somos lo que somos, no por nuestros éxitos y aciertos, sino por nuestros fracasos y errores. Como decía Osho: “una señal de que estamos viviendo es que estamos fracasando y fallando, porque solo lo muerto es perfecto”
También Jay Haley aborda este  problema del fracaso en la terapia en su escrito “el arte de fracasar en la Terapia”. Para entender por qué Haley lo llama”arte” es preciso introducirnos brevemente en su planteamiento teórico de su terapia.  Haley fue el  creador de Modelo Estratégico,  en ella plantea  en que el terapeuta realiza una planificación de la forma como intervendrá el problema que se le presenta, o en otras palabras para la queja que trae el cliente. Recordemos que los fundamentos básicos que influenciaron gran parte de su teoría están basadas principalmente en tres elementos,  a mi parecer: 1.- Los aportes valiosísimos de la teoría de Bateson y Weakland sobre una concepción de la Comunicación, y el doble vínculo  2.- Un enfoque general de lo que constituye la  terapia Ericksoniana y 3.- Un acercamiento a la terapia familiar orientado por la ideas de Salvador Minuchin y Braulio Moltalvo.
Haley  en esta su teoría  plantea a grandes rasgos, que al ser la familia una organización social, en ellas misma se establecen jerarquías y reglas sobre quienes ostentan el poder y estatus y quienes son figuras secundarias o de poca influencia, por tanto, la conducta sintomática que presente la familia o  uno de sus miembros, no es más que un producto de los niveles conflictivos del modo de comunicarse y relacionarse, por una organización que funciona de manera inadecuada, dando como resultado un “problema” que perturba el normal desarrollo y avance de los ciclos vitales de las familias y su miembros.
Por tanto, Haley a través de su terapia estratégica plantea precisamente identificar estos problemas, pero que sean problemas solubles, y una vez identificados, junto con el paciente o la familia, encausar la terapia a fijar metas y una vez que se tenga esas metas bien claras, el terapeuta debe diseñar intervenciones para alcanzar dichas metas, en una constante revisión de la retroalimentación que recibe para ir modificando o corrigiendo las estrategias de intervención, ir evaluando constantemente los resultados de la terapia, donde el terapeuta tiene un papel activo.
El papel del terapeuta debe ser precisamente el de establecer una estrategia coherente y sistemática  para resolver el problema que se le presenta, con objetivos muy claros y específicos. Coadyuvar junto con los pacientes a superar la crisis por la que están en terapia sin tratar de modificar ni la psicodinámica ni la estructura familiar, esto mediante la elaboración e implementación de estrategias diseñadas para cada uno de los problemas que se presentan. Y todo esto debe estar diseñado según la situación y contexto social de cada familia o cliente.
Haley al mismo tiempo postula que para que una terapia sea exitosa, está debe solucionar la queja o problema por la que el cliente demanda terapia, por lo tanto lo más importante y fundamental para Haley es definir el problema y saber cómo resolverlo, para lo cual desarrolló  a partir de la cibernética de segundo orden formas de intervenir para resolver el problema desde el primer contacto (primera sesión) con el cliente ya sea sólo o en familia, pasando por el planteamiento del problema, la etapa de interacción, la etapa de fijación de metas, las estrategias de intervención (Directivas), hasta cuando se da por concluido la resolución del problema, en todo momento de la terapia, aunque parece que el control está en manos del cliente, está en manos de las estrategias del terapeuta y sus intervenciones activas o directivas.
Habiendo desarrollado una breve introducción a los fundamentos básicos de la teoría de  la terapia de Haley  y como el terapeuta debe ser activo y conducir la terapia en todo momento para llegar a una terapia exitosa para el cliente, Haley planteaba, que no existe todavía dentro el contexto de la terapia, una teoría que  se ocupe del fracaso, una teoría que explique o detalle por qué se llega a fracasar la terapia. Son muchos psicoterapeutas que tienen temor a fracasar al llevar  a cabo una terapia, de fracasar ellos como psicoterapeutas.
Haley se pregunta ¿Qué tiene que hacer el terapeuta para fracasar?, ¿Qué tiene que hacer o dejar de hacer para que la terapia fracase? y ¿cómo dar sustento teórico  que le ayude a fracasar?, es decir, si tuviéramos que hacer una teoría que le ayude a un terapeuta a fracasar, que incluiríamos en ella, que pasos se deberán seguir para llegar a la meta y objetivo de fracasar sistemáticamente, tal como logramos el éxito en la terapia.
Y en este momento plantearíamos la pregunta ¿Cómo puede fracasar un terapeuta?
Haley se plantea la pregunta  ¿qué procedimientos debemos crear  para evitar que el paciente mejore?, ya sean los que van a terapia como los que mejoran espontáneamente (esto debido a que estadísticamente se sabe que un número grande de personas que padecen un síntoma o atraviesan por un problema, mejoran espontáneamente antes de ir a terapia solo con haber hecho la cita o solicitado ayuda terapéutica). Y que para llegar a estos resultados no es sin hacer nada, por eso es que al hacer una teoría del fracaso del terapeuta, con ello queremos que un terapeuta sea un verdadero fracaso, que se entrene para fracasar, que aprenda a fracasar.
Haley afirma, que un terapeuta tendrá éxito con la mitad de sus pacientes casi sin intervenirlos. Acá podemos hacer referencia a los datos que proporciono el profesor Rodrigo Madrones sobre la efectividad de la terapia, (datos obtenidos de los factores de cambio en psicoterapia, Michael Lambert 1992), que el 40% del cambio se debe a factores extraterapeuticos, son factores del cliente como ser el contexto familiar, el contexto social, recursos personales, resiliencia, trabajo con la familia y redes. 15% de cambio es por el efecto placebo, es decir, la esperanza en el proceso terapéutico, expectativas de cambio, trabajar con las expectativas. 15% del cambio es debido al empleo de las técnicas psicoterapéuticas con las que cuenta el terapeuta. Y finalmente 30% del cambio está en la relación terapeuta-cliente, a saber, la empatía, aceptación incondicional, la relación como una experiencia social y la sesión como un acto reparatorio.
Haley quiere saber cómo hacer que un terapeuta fracase, a pesar que ya tiene casi un 50% de éxito asegurado, que se requeriría para que fracase y para ello da una receta, una serie de procedimientos y si estos procedimientos se hacen, aunque sea por terapeutas sin experiencia se asegura el fracaso. Son varios pasos que se menciona que a continuación se los nombra de manera resumida sin orden ni importancia.
Hacer del problema que trae el cliente a la terapia un mero síntoma y restarle importancia. No tratar directamente ese problema, ofreciendo explicaciones. Coadyuvar a que se genere temor en el cliente, a que crea que si se sana de este problema otro aparecerá al estilo leyes de Morphy, “si algo tiene que pasar, pasara”.
Otro aspecto para fracasar es confundir el diagnostico con la terapia, ser muy científico en la terapia, utilizar un lenguaje muy refinado o de diagnóstico clínico. También el apoyarse en un solo método de tratamiento y tratar que el problema y el cliente encajen en ese método y a los que no encajen en este método considerarlos intratables y dejarlos libres a su suerte. Además si se quiere fracasar ha de poseerse una teoría del cambio, directrices que digan cómo cambiar y que debe hacer el cliente para cambiar, sin tomar en cuenta que el cambio es algo espontaneo. Hasta se les puede enseñar cómo elaborar la transferencia.
Algo que también ayuda a fracasar es que hagan creer al cliente que solo después de una larga terapia se asegura el cambio y que si mejoran podrían recaer o entrar en crisis psicóticas o concentrarse mucho en el pasado del cliente o generar culpa para que se quede estancado en la terapia para resolver esa culpa. Otra es la de ignorar el mundo real del cliente y solo darle importancia a la vida en su infancia, a su dinámica interna, a sus fantasías, consiguiendo con esto que no trate de cambiar su mundo. También el evitar a cierto tipo de personas nos lleva ya al fracaso, pobres, esquizofrénicos, drogadictos, encarcelados.
El negarse a definir objetivos terapéuticos o plantearlo de una manera tan ambigua o esotérica para que nadie se fije en ellos o solo el terapeuta sepa de qué se tratan. También rehuir la evaluación del avance de la terapia y así no medir eficacia y resultados para que nadie cuestione procedimientos y resultados.
Y finalmente menciona los cinco consejos que ayudan a un fracaso dinámico: sea pasivo, sea inactivo, sea reflexivo, sea silencioso, sea precavido.
Adentrándome más en otros autores también pude recabar otros aspectos que ayudan a que un terapeuta pueda fracasar, tales como: hacer de la entrevista una especie de interrogatorio, si bien el objetivo de la entrevista es obtener información, es necesario tener un plan de actuación, dirigidos a un objetivo y estos a una meta, que exista involucramiento terapeuta-cliente, generar clima de confianza. También realizar y hacer juicios críticos, lo que evita una aceptación incondicional, a no aceptar a trabajar con los valores del cliente. Una muy común es aceptarse toda la responsabilidad del trabajo terapéutico, y que el cliente este de manos cruzadas escuchando al experto, el terapeuta es solo un facilitador en un proceso cuyas metas y objetivos son plena responsabilidad del cliente. Esto genera otro error es el de poner objetivos no planteados por el cliente.
Otro error en el que caemos y nos lleva al fracaso de la terapia es el dar consejos y esto plantea muchos problemas, porque nos pone en superioridad, nosotros no sabemos que es mejor para el cliente y otro es que seguramente el cliente ya escucho esos consejos y no le sirvieron. También el ofrecer falsas seguridades, que el problema se resolverá pronto o que no es para tanto. Dar respuestas desde la persona y no desde el rol de terapeuta que se está ejecutando en ese instante de la terapia. Realizar preguntas inapropiadas o irrelevantes, que no vengan al momento o por la ansiedad de adelantarse.
Si bien se ha dicho que debemos tranquilar al cliente, comprenderlo y consolarlo, muchas veces estas acciones llega demasiado tarde y el paciente se siente confundido y esto en vez se abrir la puerta de la confianza genera obstáculos, saber expresar los sentimientos en su debido momento y en su correcta medida y expresión es clave. Pero tampoco se trata de hacer autorrevelaciones inapropiadas de nuestra vida privada con el propósito de conseguir simpatía. Ni se trata de pasar por alto emociones que pueda estar manifestando el cliente. Que puede llevar al estancamiento del proceso terapéutico.
Es bien típico que cuando aprendemos algo, una nueva teoría, una nueva técnica, la queramos poner en práctica y muchas veces llenamos de datos e información innecesaria al cliente, explicarles profundamente teorías y técnicas que usamos, lo que provocará es confundir y ofuscar al cliente. Y es muy común dejar pasar comentarios negativos de la terapia, hacernos oídos sordos de algo que no les gusto de nuestra intervención, es algo que vemos constantemente “la sordera psicológica”. Y algo importante es no perder el foco, la dirección que tiene que llevar la terapia hacia unos objetivos y metas.
Para finalizar me gustaría apoderarme de una frase que Paul Watzlawick de su libro  "El arte de amargarse la vida",  como una persona va construyendo una vida desdichada contribuyendo a nuestra propia infelicidad.  Asegura que “la profecía de un suceso, lleva al suceso de la profecía”. O como dicen las leyes  de Administración de Empresas de Morphy, “si todo va bien, no te preocupes algo ya fallará” o como suelen decir algunos maestros “si quieres poseer una cualidad, actúa como si ya la tuvieras”. Con respecto al proceso terapéutico, nuestro temores adelantados, nuestros miedos al fracaso ya nos están preparando para fracasar, muchas veces sin haber empezado la terapia.
Como decía Watzlawick, “el ser humano se busca sus propios males, al despertar en un día nublado, gris y frio se asume que el día será triste, amargo y sin nada nuevo, cuando esto puede ser al contrario, puede ser entonces que se encuentre uno de los días más maravillosos de nuestras vidas; no se trata de predisposición, del día o del clima, se trata del ánimo de despertar cada día con actitud de triunfo. ( Watzlawick .1983).
En palabras de Anthony Robbins “el éxito es el resultado de las decisiones acertadas, las decisiones acertadas son el resultado de la experiencia y la experiencia suele ser el resultado de las decisiones equivocadas”. Es cierto que cometeremos muchos errores, muchas metidas de pata al hacer terapia, es parte de la terapia, pero existe procedimientos que realizamos que no van a llevar directo al fracaso, procedimientos y acciones que son necesarias conocerlas y tomarlas en cuenta y que si no las evitamos o minimizamos nos encaminamos a fracasar como dice Haley.
Precisamente el propósito de Haley al plantear este problema es que nos demos cuenta que fácil es llevar la terapia al fracaso, casi no tenemos que hacer nada o muchas veces querer hacer todo. No solo nos abre los ojos con respecto a la terapia Sistémica, sino a todo nuestro vivir, nuestro existir, a todo aquello en lo que nos relacionamos y nos involucramos con otro ser, un amigo, un pariente, el ser que amamos, un cliente o simplemente en nuestro mundo laboral.






Bibliografía
·         Frankl, Viktor. “El Hombre en Busca de Sentido” Barcelona 1991, Editorial Herder
·         Watzlawick. Pau. "El arte de amargarse la vida". Barcelona, Herder, 1989.
·         Haley, Jay. “Tácticas del poder de Jesucristo y otros ensayos” (1969).



No hay comentarios.:

Publicar un comentario